Pantallazo de la página de inicio de la web de la Fundació Enric Miralles
Hoy se cumplen ya 20 años del fallecimiento de Enric Miralles, arquitecto descomunal barcelonés. Ayer leía en la edición digital de Arquitectura Viva el homenaje de Fernández-Galiano que publicó en ese momento, emocionante escrito: «(…) Ese vendaval de belleza convulsa cristalizó en obras tormentosas y musicales, pétalos de hormigón y ramajes de acero atrapados en un remolino quieto de áspera poesía, bailarines de vidrio o de virutas detenidos en un paso de danza, incendios de piedra y de alambre que fingen una pausa para construir una coreografía efímera y tenaz (…)». Al texto lo acompaña una fotografía de la entrada exterior a dos de los mausoleos funerarios que conforman parte del conjunto del cementerio del municipio de Igualada – obra del tándem Pinòs-Miralles – donde yace el propio arquitecto. Es en mi opinión este cementerio de Igualada obra cumbre y referente de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX. Enric Miralles se fue 5 años antes de que yo empezase a estudiar arquitectura en Madrid. Pero ese dato da lo mismo, porque al menos en mi caso una vez descubrí su obra, se convirtió en el absoluto referente – en la exploración iniciática de cada proyecto, en la capacidad de aprendizaje, en la posterior definición gráfica y técnica, en la intensidad del proceso proyectual siempre in crescendo, en la evolución del dibujo a la obra materializada – durante toda la carrera y después de terminarla. Aunque ya he revisado anteriormente un proyecto no construido de Enric Miralles – y por supuesto otros de sus compañeras en vida Carme Pinòs y Benedetta Tagliabue – aprovechando este vigésimo aniversario y los homenajes que están preparando desde la Fundación, publicaré varias entradas revisando descubrimientos personales y recuerdos relacionados con su obra. Enric Miralles inmortal. Arquitectura eterna. Que empiece el homenaje.
UOH
LE SUIVI 