Pantallazo extraído de el artículo de National Geographic sobre la explosión en Beirut
Publicaba esta semana National Geographic un artículo – How Beirut is rebuilding after explosion – que refleja la situación actual de la capital de Líbano justo un mes después de la terrible explosión en el puerto. A la tragedia humana – al menos dos centenares de fallecidos y miles de heridos – se suma el desplazamiento obligado de aproximadamente 300.000 vecinos que no pueden volver a sus casas. La magnitud de la devastación urbana es difícilmente abordable en el corto plazo: en torno a 6.000 edificios han sido dañados o destruidos y el país se encuentra desde hace años sumido en una crisis económica y social que no le permite abordar la obligada reconstrucción en el corto plazo. Las primeras ayudas que se están movilizando a nivel internacional buscan recuperar y proteger el patrimonio histórico de Beirut – por ejemplo desde UN-UNESCO – pero como indica un testigo en la última frase del artículo: «A mucha gente le preocupa el patrimonio. Es lo más glamouroso pero aquí no hay solo patrimonio. La gente necesita vivir. La gente quiere volver a casa». Desde UN-HABITAT – que además tiene oficina física en la ciudad – se está tratando de priorizar y coordinar los primeros trabajos más urgentes y gestionar proyectos en el corto y largo plazo con las autoridades locales para permitir esa vuelta a casa. Otras iniciativas privadas están partiendo desde entidades bancarias nacionales que empiezan a ofrecer préstamos «soft» a los afectados para financiar estos costes de reconstrucción doméstica: pero, ¿cómo van a hacer frente los ciudadanos a la devolución de esa financiación ante un escenario de destrucción total? ¿cómo acceder a medios y materiales de construcción limitados por la tragedia? Francia – que perdió a varios ciudadanos nacionales en la explosión y personificada en el Presidente Macron – se ha ofrecido también a liderar desde la Unión Europea la gestión de recursos y ayudas, aunque esto todavía no se haya materializado más allá de trasladar presión a la clase política que dirige el país – con poco acierto desde hace tiempo – para que o bien aporten en la reconstrucción o bien se echen a un lado. En un entorno de pandemia global que está afectando directamente a la economía de todo el entorno, el reto que se presenta ante el país es mayúsculo.
UOH
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